Libro “Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana” de Rodrigo Quesada recibe Premio Nacional de Ensayo

Hoy, 30 de enero de 2019, el Ministerio de la Cultura y la Juventud de Costa Rica anunció que el libro “Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana”, del escritor, historiador y catedrático jubilado Rodrigo Quesada Monge, se adjudicó el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría, en la categoría ensayo.

Esta noticia llega en un momento muy especial, coincidiendo con el centenario del asesinato de Rosa Luxemburgo, insigne revolucionaria y pensadora a quien está dedicada esta exhaustiva obra de 474 páginas. El libro como tal fue co-editado entre la Editorial de la Universidad Nacional de Costa Rica (EUNA) y Nadar Ediciones. Su primera presentación se realizó en el Archivo Nacional (Santiago de Chile), el día 4 de julio, con una conferencia abierta que el autor impartió para el público chileno. Posteriormente, fue lanzado en Costa Rica en una edición de lujo, la que fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). Ahora se agendó una presentación en la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica para el día 7 de febrero.

Según las palabras del jurado,

“El Premio Ensayo se otorga a “Rosa Luxemburgo, Utopía y vida cotidiana”, del escritor Rodrigo Quesada Monge. La obra une la rigurosidad de una exhaustiva investigación académica con el esmero y la soltura en la escritura.”

Preparando la conferencia en el Archivo Nacional. Santiago de Chile, julio ’18.

Los Premios Nacionales Aquileo Echeverría corresponden al máximo galardón que se otorga en Costa Rica a las obras literarias. Es segunda ocasión en que Rodrigo Quesada recibe este reconocimiento. La primera vez fue en 2016, tras la publicación de “La lógica la nostalgia (imperial). Literatura y política en el siglo XX”, obra co-editada entre EUNED, editorial de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, y Nadar Ediciones, y que fue presentada en 2015 en la Feria del Libro de Guadalajara y en 2017 en la Feria Internacional del Libro Universitario, celebrada en la ciudad de Heredia, Costa Rica.

Con estas buenas noticias, se abren nuevos senderos para la investigación y el pensamiento social latinoamericano, cada vez más interesado en impulsar formas de escritura y de comprender el mundo propias, a lo que se suma un modo de trabajo fundado en la colaboración y en la inquietud por el diálogo en torno a perspectivas abiertas sobre la vida de los pueblos y su historia cultural e intelectual.

Desde Santiago de Chile, saludamos fraternalmente a su autor, Rodrigo Quesada Monge. Trabajar con su obra significa realizar una labor editorial a la altura del rigor y conocimiento que ha demostrado manejar en las magníficas obras que ha publicado a lo largo de su vida y que en Chile hemos tenido suerte de conocer a través de las ediciones de Nadar Ediciones y Editorial Eleuterio. Felicitamos, igualmente, al equipo editorial de EUNA, conformado por editoras de impecable profesionalismo e ímpetu por el despertar del pensamiento en Nuestra América.

Nadar Ediciones, enero de 2019.
Santiago de Chile.

 

Ensayo histórico

Disponible en librerías y online.


Te invitamos a escuchar el streaming de la entrevista que Luis Cruz realizó a Rodrigo Quesada para el programa radial “La Hora del Museo” del Museo Nacional de Historia emitado por Radio USACH, el día 6 de julio: http://radio.usach.cl/programas/la-hora-del-museo?page=14

Reseña: “Socialismo o barbarie. Vida y obra de una mujer revolucionaria”, por José Solano

En el día del centenario de su asesinato en manos del nacionalismo paramilitar, recordamos a Rosa Luxemburgo (1871-1919) con una reseña escrita por José Solano sobre el libro “Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana” del profesor y escritor Rodrigo Quesada Monge, publicado en julio pasado como parte de los homenajes que se realizarán a cien años de la partida de tan insigne pensadora y revolucionaria alemana. El autor, escritor y profesor en estudios sociales de Costa Rica, cuenta con un canal en YouTube, donde generó una versión en video que invitamos a ver.

A cien años de su trágica muerte, Rosa Luxemburg empieza a resurgir de sus cenizas cual maravillosa ave mitológica. Una mujer que empieza poco a poco a ser releída y revalorada por sus aportes teóricos y metodológicos revolucionarios regidos durante tanto tiempo por los cánones masculinos del socialismo marxista-leninista. “La flor más roja del socialismo”, como se le ha llamado en muchas ocasiones, empieza a ser una preocupación que ha atraído el interés de la historiografía europea por recuperar su enorme bagaje de conocimientos en medio de las turbulencias del imperialismo como una cara inacabada del capitalismo.

Ensayo histórico

Sin embargo, no hay mayor esfuerzo por recuperar el pensamiento inacabado, y ahora más vigente de Rosa Luxemburg, que el cuidadosamente elaborado por el profesor Rodrigo Quesada Monge. Un extraordinario libro que dibuja la vida de una mujer iconoclasta como teórica, crítica como sagaz marxista y tan mujer en sus sentimientos epistolares. Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana es una obra magna publicada por la Editorial Universidad Nacional de Costa Rica (EUNA) y Nadar Ediciones de Chile. Un trabajo monumental que recorre no solo los pasajes del profundo pensamiento y sentires de la revolucionaria marxista, sino que plasma años de reflexiones y lecturas del profesor Quesada Monge para traer a la América Latina una obra literaria con el peso y el rigor académico, pero con la soltura del estilo literario del autor.

Don Rodrigo Quesada no presenta una biografía como cualquier otra. Trazar cada capítulo es un vaivén de las experiencias cotidianas y teóricas de Rosa, lo que hace de su lectura algo amena, exquisitamente digerible y envolvente. Además, cuenta con la calidad artística de Nadar Ediciones, quienes saben proyectar a través de la imagen y la diagramación una amalgama entre el autor y su obra. Así que quien vaya a leer este libro sobre la revolucionaria alemana, tendrá un insumo serio, didáctico y bien hilado sobre su vida y pensamiento. Por tanto, este trabajo de Rodrigo Quesada Monge se convierte en una obra fundamental para América Latina, pero especialmente para Centroamérica donde Luxemburg ha estado todavía más relegada y marginada del escenario político e ideológico.

¿Cómo seduce esta producción del profesor Rodrigo Quesada? Como reconocido historiador contemporáneo, en la primera parte del libro hace todo un exhaustivo recorrido por el contexto que correspondió vivir a la “Rosa Roja”, marcado por la salida de su natal Polonia y su crecimiento intelectual en su hogar Alemania. Una época envuelta por las intrigas imperiales que terminarían por desatar el conflicto bélico más abominable de la historia humana hasta ese entonces: la Primera Guerra Mundial. Eran procesos de grandes cambios para Europa que Rosa debió vivirlos entre sus pasiones personales, su labor incansable como teórica marxista y su estancia constante en las prisiones.

En esos primeros cuatro capítulos, don Rodrigo invita a desplegar análisis fundamentales sobre el periodo previo a la Gran Guerra; aquel que parte con la caída del imperio napoleónico y que atraviesa serias crisis sociales hasta la consagración del segundo imperio alemán con Otto von Bismarck, para culminar en la Gran Guerra. Es, por tanto, un análisis esclarecedor sobre el estado-nación y su evolución imperialista por medio de la guerra y la conquista que se teje nominalmente de democracia pero que esconde la podredumbre del fascismo cuando se desenmascara tal cual es en realidad. Y a pesar de estas terribles realidades que se imponían con contundencia, en el “universo epistolar” de Rosa, existían siempre las válvulas de escape entre el amor y la pasión hacia los hombres y la literatura y, por supuesto, su tiempo para ser mujer, natural y sencilla junto a la intelectual de peso del Partido Socialdemócrata Alemán y del ala más radical de este, la Liga Spartakus.

La segunda parte del libro es profusamente rica por cuanto Quesada Monge hilvana todo el aparataje teórico intelectual de Rosa Luxemburg de una forma magistral. Esto solo puede llevarse a cabo sin caer en los dogmas que muchas veces trae consigo ciertos análisis de la izquierda sobre procesos clave como lo son la revolución y el imperialismo. Pues la heterodoxia de don Rodrigo lo lleva a exponer la intelectualidad dinámicamente crítica de Rosa, quien reflexiona y se atreve a innovar teóricamente el marxismo sin desdibujarlo, todo lo contrario, dándole mayor cohesión y solidez a dos temas que, para su tiempo, eran incuestionables en tanto que Lenin había dictado cátedra con cincel sobre piedra: se trata, como se dijo, de la teoría de la revolución y del imperialismo. De esta forma, quien lea estos capítulos se dará cuenta de las inquietudes de Luxemburg, que la llevaron a guarecerse en postulados de la crítica radical al proceso revolucionario como la espontaneidad y a formular un estudio musculoso respecto a la política imperial que, al día de hoy, cuenta con una vigencia perentoria de ser analizada.

La democracia radical planteada por Rosa la llevó a ser cuestionada por las filas de la socialdemocracia alemana, pero también por el leninismo enraizado en la concentración del poder. Por esta razón, la mujer que cuestionó los posicionamientos teóricos y estratégicos de los “grandes hombres” de aquella época, provocaron su ostracismo por décadas en los movimientos sociales y revolucionarios posteriores, incluidos los procesos de liberación que, paradójicamente, vinieron a reforzar sus postulados sobre el imperialismo varias décadas después de su infame asesinato. Sin más que abordar sobre estos capítulos, todo pensador y activista de la izquierda revolucionaria y de los anarquismos inclusive, tienen un referente en aquella mujer que se plantó a los hombres de su tiempo con los argumentos sólidos de años de estudio.

Sus críticas contundentes y severas hacia la forma como los hombres estaban dirigiendo los procesos partidarios o revolucionarios, le trajeron grandes problemas, razón por la cual se está apenas en el resurgimiento de sus ideas. La confrontación con Lenin sobre el problema nacional fue un puntapié al gran líder ruso, pero cuyas críticas llevaban razones de peso que la historia terminaría confirmando algunos años después. ¿Era real o ilusoria aquella idea de la autodeterminación de los pueblos o era menester trabajar por el internacionalismo como única salida al sistema capitalista? El lector podrá ejercer su juicio en esta disyuntiva.

Finalmente, la tercera parte de esta obra plasma su legado intelectual. Rodrigo Quesada se plantea dejar un retrato para la posteridad de este presente sobre elementos clave que la revolucionaria dejó sobre el papel y de forma inconclusa debido a su prematura muerte. La organización consejista que empieza a tomar fuerza en la actualidad por encima de las estructuras estatistas, la crítica al marxismo para superar los dogmas y la profunda teoría del imperialismo (superando las tesis leninistas) más vigentes que nunca, son parte de las ideas y acciones que brindó a la lucha revolucionaria de hoy.

No es casualidad, por tanto, que el autor de este libro sea reconocido como un gran estudioso del imperialismo por muchas de sus obras anteriores y que ahora, en esta obra magna y voluminosa, pero rigurosa y didáctica, se comprometa con el legado histórico de Rosa Luxemburg por reanudar la vigencia de la teoría imperialista en estos tiempos de la posmodernidad donde la academia se autocensura así misma para hablar abiertamente de estos temas. Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana es una joya necesaria en cualquier biblioteca, es el estudio pionero de una mujer que empieza a resurgir de sus cenizas, y ahora más fortalecida que nunca por las investigaciones que nacen sobre el feminismo y su papel poco estudiado en esta área, de igual forma sobre la estrategia revolucionaria que empieza a volver el rostro hacia sus aportes valiosos. Este es, en resumen, un libro necesario y urgente para los tiempos cada vez más oscuros que se avecinan.


“El Caribe no es solamente Cuba”. Una conversación con Rodrigo Quesada Monge – Por Ángelo Narváez

El próximo 29 de noviembre se presenta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) el libro “Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana”, escrito por el historiador y escritor costarricense Rodrigo Quesada Monge y co-editado por Nadar Ediciones y la Editorial de la Universidad Nacional de Costa Rica (EUNA). Será presentado por la maestra Cecilia Lozano Meraz y Marybel Soto-Ramírez, directora de EUNA, en el stand del Sindicato Académico de la Universidad de Guadalajara.
Coincidentemente, La Raza Cómica publicó el encuentro entre Ángelo Narváez y Rodrigo Quesada, acontecido en julio pasado, cuando el escritor visitó nuestro país. Invitamos a leer este interesante diálogo, no solo relativo a Rosa Luxemburgo, sino a los tópicos implícitos y explícitos de la obra: el imperialismo, la colonización, América Central, entre otros.
Rodrigo Quesada Monge nació en Costa Rica en 1952. Hoy jubilado, trabajó en la Universidad Nacional de Costa Rica por más de treinta años, lugar desde donde situó una prolija y prolífica producción intelectual. El pensamiento político, el pensamiento económico y la literatura forman parte de esas constantes, esos momentos ineludibles que aparecen insistentemente en la obra de Quesada, sin embargo, siempre con un mismo horizonte y pretensión: el análisis de la situación centroamericana, caribeña y antillana dentro de los márgenes del desarrollo imperialista del capitalismo. Así, por ejemplo, La fantasía del poder. Mujeres, imperios y civilización (de 2001) y La lógica de la nostalgia (imperial). Literatura y política en el siglo XX (de 2015), no son investigaciones ajenas una de otra, como podría suponerse por cuestiones de formalidad.
Rodrigo Quesada visitó Chile a fines de junio de este año para presentar Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana, publicado por Nadar Ediciones. El libro, una biografía más o menos heterodoxa de la vida, el pensamiento y las repercusiones de Rosa Luxemburgo, no se ciñe del todo a lo que tradicionalmente se espera de una investigación monográfica. Ya en las primeras páginas Quesada ofrece márgenes, claves de lectura que hilan un amplio entramado de perspectivas y proyecciones teóricas y políticas que, de haber tenido algo más de páginas (aunque el libro ya tiene más de cuatrocientas), bien podrían haber tenido vidas propias. Hay una vieja costumbre, bien o mal ponderada, que supone comenzar los libros por sus capítulos iniciales, evitando prólogos e introducciones. Así el libro se lee de una vez. Sin embargo, esa misma costumbre entiende prólogos e introducciones como conclusiones antepuestas, y así el libro se lee otra vez. En ese momento aparecen las claves, las pretensiones, la suposición de una hermenéutica posterior. Hay en esta tradición un juego entre lo que el libro dice y lo que el autor quiso decir, entre lo que el lector lee y lo que el lector puede leer. Esa idea fascinó a Roland Barthes.
Algo hay de esto en el libro de Quesada. Una pretensión hermenéutica que hace que el libro sea dos obras: “Cabe suponer que sin las ideas y las acciones de Rosa Luxemburgo en su época, sería difícil comprender la historia social revolucionaria de los procesos que tuvieran lugar en naciones como Argentina, Chile, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Bolivia y Guatemala, durante los años ochenta del siglo XX. Es de temer que, con la vista fija en Europa, no se puedan lograr avances importantes en la historiografía de los movimientos sociales en América Latina, puesto que su especificidad no explica la ignorancia o la «invisibilización» que a veces se aplica”, por parte de los mismos autores latinoamericanos, a lo sucedido en El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras, durante la segunda parte del siglo anterior. Tal vez habría que recordarles que “el Caribe no es solamente Cuba”. Paradójico, quizás. Pero de lo que se trata aquí es justamente sostener ese diálogo entre la escritura y la lectura. Lo que escribió Luxemburgo y lo que leyó Quesada, lo que escribió Quesada y lo que leemos cuando leemos.
Ensayo histórico
A: Hay en su libro una tesis central, que está en la línea de sus investigaciones anteriores sobre una crítica al comportamiento imperialista del capitalismo entre los siglos XIX y XX, pero hay también un conjunto de pequeñas provocaciones que me parece apuntan a discusiones propias de los contextos caribeño y antillano, discusiones que a momentos trascienden el aspecto prioritariamente biográfico y teórico de la obra de Rosa Luxemburgo. Un conjunto de provocaciones que apuntan a la situación contemporánea de la crítica de Luxemburgo. Quizás exagero.
R: No, no, de ninguna manera. Esto lo comentaba también el día de la presentación del libro, que cuando se habla por ejemplo de la historia de la Guerra del 98’, la mayor parte de los historiadores ―incluidos los españoles―, omiten por completo las Antillas. La convierten en una guerra entre España y Estados Unidos, y uno inmediatamente se pregunta por qué, si, por el amor de Dios, la guerra se hizo por Cuba, por Puerto Rico, por el Pacífico, por las Filipinas. Hay una tendencia en la historiografía caribeña, en la historiografía centroamericana que apunta a recuperar esa complejidad, y entonces ahora hablamos de guerra Hispano-Antillano-Norteamericana. Esto porque hay que tomar en cuenta a nuestra gente, hay que incluirla.
A: Esa omisión, deliberada o no, incide directamente en la historiografía oficial, incluso en la documentación gubernamental…
E: Por cierto. Si le hablo concretamente del caso puertorriqueño, sí. Hay algunos historiadores cubanos que ya utilizan estos términos, y hay historiadores filipinos en eso también, porque hay que empezar a recuperar esa parte completamente invisibilizada por el imperialismo norteamericano. Yo no necesito contarle a usted lo que ha sido la historia de intervenciones de los Estados Unidos en América Central y el Caribe. El imperialismo es algo muy vivencial, muy cotidiano. Si usted revisa la historia de El Salvador por ejemplo, sucede algo muy particular. El Salvador es un país pequeñito, de 21.000 km², pero tiene una historia muy aguerrida, es un pueblo luchador, tan batallador que comienza su movimiento independentista en 1808, mucho antes que ustedes, antes que Chile y que Argentina. Hay ahí una larga tradición de una América Central revolucionaria, y eso hay que recuperarlo. Pero, también hay que traer a América Central, hay que traer al Caribe aquella gente que ha reflexionado sobre el imperialismo, hay que traer a nuestro contexto a Rosa Luxemburgo, y también a Lenin. Ya se ha entrado en una etapa en que hay gente que no quiere hablar de imperialismo, gente que busca eufemismos para obviar el imperialismo. Los eufemismos han penetrado mucho en la academia universitaria. Hay historiadores, que yo conocí en el pasado, que eran gente muy batalladora, grandes luchadores, y que ahora están perfectamente acomodados. Ya no te hablan de imperialismo, ya no te hablan de la tradición revolucionaria de América Central.
A: Esa tradición revolucionaria invisibilizada responde a condiciones muy específicas, propias de Centroamérica, del Caribe, de las Antillas, pero no son necesariamente condiciones excepcionales. Hay un afán, una tentación política e ideológica que a momentos busca la singularidad de los procesos en una suerte de excepcionalismo, un excepcionalismo que a la larga disocia las historias locales de los contextos globales.
E: Exacto. En Costa Rica, por ejemplo, defendemos la excepcionalidad, que somos diferentes al resto de América Central. Eso es completamente falso, es ideológico y tiene un altísimo contenido propagandístico, un altísimo contenido ideológico que los sectores dominantes de la gran burguesía capitalina logró promover. Costa Rica obtiene la independencia allá por 1821, pero hay todo un debate sobre el momento, pues no se sabe si fue realmente en septiembre o si fue en octubre. Es absurdo ese debate, pero se da. Luego hay una invasión norteamericana muy importante en el 56’, que tratan de convertir a toda la región centroamericana en un punto de abastecimiento de esclavos, momento en que no hay que perder de vista que está muy próxima la guerra civil en Estados Unidos, la del 61’. La resistencia a esa invasión algunos la llaman “La gran guerra patria”, porque esa guerra unificó en alguna medida a sectores cafetaleros dominantes en Costa Rica y en el resto de América Central. Ahí empezó a crearse una especie de mitología, toda una cultura y una educación respecto a la excepcionalidad de Costa Rica. Ahí juega un rol fundamental el presidente costarricense de ese periodo, Rafael Mora Porras. Sin embargo, la clase dominante de Costa Rica realmente empieza a consolidarse como tal a partir de 1884, desde entonces se escucha hablar de la excepcionalidad del costarricense. Ahora bien, en estos momentos tenemos una migración nicaragüense impresionante, tenemos más de un millón de nicaragüenses en el país, tenemos venezolanos en grandes cantidades, colombianos y cubanos, y lo digo sólo para dar un ejemplo de lo que es la multiplicidad étnica en Costa Rica, que pone en juego esa pretensión de excepcionalidad.
A: Pero cuando hablamos de multiplicidad lo hacemos desde unidades. Unidades diferenciales, claro, pero unidades al fin y al cabo.
R: Esa es la razón justamente por la que es necesario recuperar el aparataje teórico de una figura como Rosa Luxemburgo en relación al problema del imperialismo en un área como América Central, que implica hablar de América Central como una unidad. Aquí ya no tiene sentido seguir fomentando la excepcionalidad, que somos blanquitos, que tenemos un origen español, que somos de ojos azules, eso es simple y pura basura ideológica. Pensé el libro en este contexto, precisamente para tratar de hacerle llegar al lector ese utillaje teórico. Por supuesto que la intención también era recuperar a esta gran mujer, una mujer inteligentísima, de un pensamiento revolucionario increíblemente beligerante, de un utillaje teórico que permite entender muchas de las relaciones financieras entre América Central y los grandes imperios de la segunda parte del siglo XIX, pues la inserción de América Central en el mercado mundial debe ser comprendida precisamente a través de la manipulación de las inversiones y, en esto Costa Rica tampoco es una excepción. Por ejemplo, en relación a la manía ferroviaria Costa Rica está en la misma situación que India, Australia y Nueva Zelanda, como también lo está Chile en el siglo XIX. Costa Rica empieza a construir su ferrocarril allá por 1871 y lo culmina 20 años después con un costo humano altísimo. Ahora, ese costo humano se vuelve irrelevante porque se asume que el ferrocarril es sinónimo de progreso.
A: Esa confianza en el progreso está presente en prácticamente todo el imaginario político y científico del último cuarto del siglo XIX, a nivel continental y mundial, pero es una confianza tan ideológica como institucional. Es una confianza impuesta.
E: Pues claro, podemos decir que es una confianza que se impone y se sostiene. A esos 20 años fatales de la manía ferroviaria le siguen las dictaduras. La democracia costarricense es muy joven. Antes de 1948 no hay realmente una democracia propiamente dicha. Entre 1860 y 1948 aproximadamente tenemos un periodo repleto de golpes de Estado, de militarotes, tenemos un país gobernado en los años 80’ del siglo XIX por una alianza entre los grandes barones del café, como los llamaban los brasileños, y los militares. Los militares tumban a quien quieren o no quieren. Aquí es dónde insisto en recuperar a Rosa Luxemburgo y decir que tenemos ahí una caja de herramientas realmente valiosa, una metodología para poder entender las relaciones entre Gran Bretaña y América Central. Yo no razono Costa Rica, yo trato de razonar, hasta donde me es posible, desde la perspectiva biográfica, a veces a uno se le sale el nacionalismo inevitablemente, se asoman esas pezuñas inevitablemente…
A: Ahí la tentación del nacionalismo no es del todo diferente a la tentación del excepcionalismo. Sin embargo uno podría hablar de un nacionalismo metodológico, una especie de nacionalismo no-nacionalista. Eso implicaría, por ejemplo, hablar de nacionalismos provisorios o circunstanciales, hablar desde lo que ha sido y sucedido, como una suerte de constante invitación al contexto y la situación.
R: Pues claro, porque uno invita al lector centroamericano y caribeño en ese sentido. El libro tiene ese propósito pedagógico, mostrar que aquí hay una caja de herramientas interesante, que hay una metodología interesante para poder comprender las relaciones en la sierra de Centroamérica central y el imperio británico, por ejemplo, durante la segunda parte del siglo XIX. Hay una caja de herramientas interesante para formular una teoría respecto a ese acomodo tan extraño que se produce en la economía costarricense al mercado mundial, porque Costa Rica no figura sino a partir del momento en que comienza la exportación cafetera. Por ejemplo, nosotros hemos estado exportando café a Chile prácticamente desde principios del XIX, Chile era el principal comprador de nuestro café, sin embargo, Costa Rica no figura en el mercado mundial hasta el momento que empieza a exportar café a Gran Bretaña. Perdón, una precisión, hasta el momento en que Costa Rica le vende café a Gran Bretaña y Gran Bretaña lo revende.
A: Hay un paralelismo entre este relato histórico del siglo XIX costarricense y lo que podríamos entender como el siglo XIX en Chile, asumiendo incluso momentos más o menos coincidentes, momentos que uno podría rastrear a nivel continental. Los años 60’ inauguran también en Chile esa euforia ferroviaria asociada a una ascendente burguesía capitalina. Una burguesía que, heredera de Portales, pero ahora de la mano de Vicuña Mackenna, le disputa la conducción de una república hipotéticamente liberal a Concepción, a Valparaíso y a Coquimbo, a las grandes ciudades portuarias previo a la anexión de Antofagasta y la inauguración del llamado ciclo salitrero. Esa burguesía se entiende descendiente de vascos y gallegos, se entiende desde la excepcionalidad. Y esto no es diferente a lo que sucede paralelamente en Argentina y Brasil.
E: Exactamente, exactamente.
A: Aquí el problema también está en el norte. Cuál es el problema del norte, que Chile necesita invadir Perú y Bolivia para financiar su proyecto civilizatorio, y aquí se cruzan dos momentos interesantes del imperialismo en Chile. Después de la independencia formalmente constituida, Chile cede el control portuario y aduanero a irlandeses e ingleses como «recompensa» por sus servicios militares. Esta misma cesión portuaria y aduanera se repetiría tras la recomposición geopolítica que derivó de la anexión de Arica y Antofagasta. En el primer momento enfrentamos un escenario en el cual se constituye aparentemente el gentle imperialism inglés en Chile, el imperialismo informal inglés de la pax britannica victoriana, pero en el segundo momento ese mismo imperialismo incidirá directa e indirectamente en la transformación del Estado propio del ciclo salitrero de 1880-1930. Estos paralelismos, estos trazados análogos comunes continentales, son importantes justamente porque apuntan a la precisión teórica y metodológica. Es el mismo problema de la pregunta por lo explicativo y representativo que son realmente categorías como las de independencia, gentle imperialism o imperialismo informal. Pero, más importante aún, entra en juego también la representatividad de las categorías de la economía política, y de la crítica de la economía política. Creo que esto es lo que está en juego constantemente en la biografía de Rosa Luxemburgo. No sólo en la biografía que usted propone desde y para América Latina y el Caribe, sino también en la posición de Rosa Luxemburgo dentro de los márgenes de la socialdemocracia alemana de comienzos del siglo XX.
E: Eso es justamente lo que tenemos que discutir. Y vea ahora que usted está refiriéndose al caso de la segunda parte del siglo XIX. Costa Rica es un caso realmente trágico en ese sentido: por ejemplo, hay una figura que es clave, un inversionista norteamericano fundador de la United Fruit Company, Minor Cooper Keith. En Costa Rica y en el resto de América Central se le considera un héroe, eso yo no lo entiendo. Mire que Tomás Guardia, dictador por más de veinte años, endeuda al país de una manera espectacular para poder construir el ferrocarril, y en aquella época el mercado de valores es un mercado sumamente volátil, todo el mundo, cualquiera prácticamente, puede meter las manos y decir lo que se le da la gana. Se fundan empresas que desaparecen el mismo día. Bueno, Minor Cooper Keith conoce muy bien los entretelones de ese mercado financiero, se alía con grandes ingenieros muy conocedores de la geografía de América Central y fundan la United Fruit Company, allá por 1899. Carlos Luis Fallas es uno de los pocos escritores traducidos a prácticamente todos los idiomas del planeta, precisamente por ese libro [Mamita Yunai, 1941] que narra la forma en que la United Fruit Company negoció el asunto del banano con los gobiernos, pero del banano no solamente en Costa Rica sino en toda América Central y todo el Caribe. Esto es una analogía de lo que usted estaba refiriendo hace un rato sobre la capacidad de entreguismo, de esa enorme vocación entreguista que tenemos en el continente. Costa Rica le regala, prácticamente, entre el 10 y 13% de las mejores tierras a la United Fruit Company, no le cobra impuestos, le cede derechos especiales, le permite hacer y deshacer con el proyecto ferroviario, meter trabajadores, campesinos y extranjeros. Aquí llegan italianos y españoles, que van a introducir en Costa Rica una enorme cantidad de ideas anarquistas y van a radicalizar los movimientos de trabajadores. Como usted decía, efectivamente se pueden rastrear recorridos análogos continentales.
A: Pero aquí estamos ante más de uno o dos recorridos análogos. Por ejemplo, y si retrasamos un poco el relato, ¿hay incidencia de los italianos y españoles expulsados de París, así como la hay en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil?
E: ¿Después de 1871? Usted empieza encontrar noticias a la altura de 1877, pero se deben a la construcción del ferrocarril en 1871. Una de las primeras huelgas importantes que se hacen en el país se remonta a 1877, es una famosa huelga impulsada particularmente por la zona italiana, que estalla por las condiciones de subsistencia y trabajo de los trabajadores migrantes, jamaicanos y culíes chinos. Trabajadores de ese otro mundo que es el trazado del ferrocarril. Ese otro país, totalmente separado de lo que sucede en el resto de Costa Rica. Vea que lo que quiero comunicarle es que la economía costarricense es una economía sumamente fragmentada y que algunas tesis de Lenin nos ayudan a comprender, sobre todo en relación a la geopolítica del sistema capitalista. Sin embargo, la mujer que se sentó a trabajar esto fue Rosa Luxemburgo. Cómo uno analiza una economía desintegrada, cómo unificamos los componentes para poder entender esa economía es algo que le debemos a la interpretación crítica que hace Rosa Luxemburgo del segundo volumen de El Capital. Ahí hace lecturas vertebrales del problema de la transferencia de capitales. Rosa Luxemburgo llama la atención sobre algo clave: el capital que se está transfiriendo no es un capital que se transfiera inocentemente. Me explico un poco. En Costa Rica usted va a encontrar que gran parte del capital que construye el ferrocarril es inglés, pero en un momento determinado el imperio norteamericano le va a marcar la pauta al imperio inglés, y ahí usted encuentra que desde aproximadamente 1850 en adelante, a partir de 1852 para ser precisos, los ingleses le van a decir a los norteamericanos “no, háganse cargo ustedes de esa zona, esa zona les pertenece a ustedes, administren ustedes esa zona porque nosotros nos vamos para el extremo oriente, nosotros vamos para la India”. A partir del 52’ usted empieza encontrar que son precisamente los norteamericanos los que se hacen cargo de esto y empieza a encontrar un nivel de penetración continental realmente impresionante. Por ejemplo, Minor Cooper Keith se hace cargo de la deuda de Costa Rica, esa deuda se adquiere en 1871 y no estamos concluyendo de pagarla hasta un siglo después. Hubo guerras civiles en diferentes momentos y hubo invasión extranjera justamente por las disputas de administración y ganancia de esa deuda. Precisamente por esto hay que volver a Rosa Luxemburgo, hay que recuperar a Lenin, hay que recuperar a Trotski, hay que recuperar a los grandes geógrafos anarquistas.
A: Recuperar a Luxemburgo, a Lenin y a Trotski no para el marxismo, el leninismo o el trotskismo, sino para el imaginario antiimperialista y, aún más, no para cualquier antiimperialismo, sino para uno situado en una zona específica de la geopolítica del capitalismo. Esa parece ser una de las pretensiones de la biografía.
R: Esa fue la intensión al menos, pero no es fácil. Por ejemplo, es muy difícil con Lenin, porque a estas alturas tiene demasiadas capas, tenemos un Lenin muy deformado. Y qué decir de Trotski. Paradójicamente es más fácil con Rosa Luxemburgo porque no figuró del todo en la historia del marxismo. Sin embargo, es con ella que podemos pensar metodológicamente la situación histórica del antiimperialismo. Por eso es que yo hago referencia en el trabajo a que en el Caribe hay una tradición antiimperialista, una lucha, una tradición de lucha antiimperialista realmente importante. En Puerto Rico hay dos figuras que son claves, que son Ramón Emeterio Betances y Eugenio María de Hostos, sin estas dos figuras no se puede entender la lucha anticolonialista en Puerto Rico. Y quiénes son estos dos viejos, estos dos viejos son, digámoslo así, grandes discípulos de José Martí. Usted encuentra que las palabras de José Martí en un momento determinado, cuando decía que las luchas antiimperialistas en el Caribe son luchas prácticamente de todas las Antillas, están perfectamente ligadas a lo que está sucediendo en el pacífico con las Filipinas.
A: Aquí se cruzan algunas dimensiones, pues ya no se trata sólo de esas unidades analíticas, diferenciales, que nos permiten dejar de lado las tentaciones de los nacionalismos y los excepcionalismos, sino también de esa singularidad relativa, más o menos autónoma, de los movimientos nacionales de liberación, de los movimientos antiimperialistas caribeños y antillanos, que no por ser nacionales son necesariamente nacionalistas, una diferencia que ya habíamos mencionado.
E: En esto tiene usted razón. Por ejemplo, en Costa Rica hay gente, políticamente hablando, muy decente. Me refiero con esto a que hay gente muy consecuente, pienso en la gente de la vieja guardia del partido comunista. El partido comunista costarricense fue fundado allá por 1931, y recoge en gran parte la tradición anarquista de Costa Rica. Una modesta tradición anarquista, porque en Costa Rica realmente no hubo una tradición anarquista del vigor que tuvo en Chile por ejemplo o de la beligerancia que tuvo en Argentina y Uruguay, en Costa Rica el anarquismo es absorbido por los comunistas en el 31’. Son absorbidos porque el movimiento artesano obrero ―como le dice Mario Oliva, un historiador chileno que vive en Costa Rica y que ha estudiado muy bien el tema― antecede considerablemente a la fundación del PC. Sucede que el PC es parte de una estrategia continental que entra en conflicto con gente como Sandino. Mucha gente dice que Sandino era marxista, que aquí que allá, pero por favor, él nunca hizo referencia concreta a eso, la lucha de Sandino es la lucha del pueblo antiimperialista. Nicaragua es un país invadido por los gringos en el 12’, en el 26’, en el 27’, por favor. La derrota de la dictadura en el 79’ es prácticamente parte de una derrota de la estrategia del imperio en la zona, hay gente muy consecuente con esto y que continúa manteniendo una posición antiimperialista, una posición, digámoslo así, de recuperación de los derechos de los trabajadores, de sostener los derechos de los trabajadores. Entonces, los contextos nacionales son importantes en el análisis y en las luchas antiimperialistas, pero hay que evitar la tentación de los nacionalismos, como usted dice. Ahora, también hay otro problema en esto. Ha habido alguna otra gente, no tan consecuente, o no tan decente si me permite decirlo, que ha empezado a acomodarse, que ha empezado a ajustarse, y esto también se ha dado en algún sector de la academia, que ha modificado su lenguaje.
A: Como el desuso de categorías como imperialismo o crítica de la economía política.
R: Exacto. Es que la gente cree que la modificación de lenguaje es una cuestión inocente y no lo es, si usted modifica su lenguaje es porque algo está cambiando en la cabeza. Hay una modificación importante de ese lenguaje, sin embargo, dentro de esa misma academia hay gente que ha estado haciendo una investigación realmente importante respecto a la guerra del 56’, la que ya le mencionaba. ¿Por qué es tan importante entender la invasión filibustera en 1856? Bueno, es importante entenderla por razones metodológicas, por razones teóricas, por razones políticas, por razones ideológicas, etc. Sin esa invasión del 56’ usted va a tener problemas después, por ejemplo, para entender la invasión a Panamá en 1989, esa cosa absurda, esa cosa terrible del ciudadano panameño promedio recibiendo a las tropas norteamericanas con una banderita ¡por el amor de Cristo! Bueno, si quiere comprender eso, usted tiene que comprender lo que sucedió en el 56’, ese tipo de comparaciones historiográficas las hace Rosa Luxemburgo de una manera extraordinaria. “¡Por favor!” dice uno, aquí está todo, cómo es que no se ha visto. Esa fue la intensión, vayamos a eso, hagamos pedagogía de estos materiales, saquemos a la luz a nuestros grandes viejos, saquemos a la luz a Sandino, saquemos a la luz a Ramón Emeterio Betances, saquemos a la luz al mismo Agustín Farabundo Martí, que prácticamente muere preso, humillado de una manera horrible, en esto nos ayuda mucho Rosa Luxemburgo.
A: Hay en Rosa Luxemburgo una pretensión por pensar, por referir momentos históricos y políticos como imágenes en una secuencia que se resiste a la causalidad, es lo que le permite las asociaciones por analogía. Sin embargo, es justamente la riqueza de esas asociaciones lo que nos remite al problema anterior, a la relación entre las unidades económicas del capital y la autonomía relativa de las luchas populares, obreras, antiimperialistas. Pero esto no es necesariamente una paradoja, puede pensarse perfectamente como una posibilidad, como la posibilidad de abrir el relato histórico hacia dimensiones que no son puramente reivindicativas del pasado, sino que son momentos de un presente ideológicamente omitido. Para América Latina y el Caribe, sin duda una de esas imágenes es Cuba, más allá del decurso que haya tomado la institucionalización de la revolución.
E: Sin duda, y creo que eso podemos ilustrarlo. Mire, en Costa Rica hay una reforma universitaria importante en 1957, llevamos a Costa Rica una gran cantidad de gente de España y la mayor parte de ellos eran ex discípulos de Ortega y Gasset, que tenía una relación muy ambigua con el franquismo, una cosa media confusa. Hubo un rector en aquel entonces, Don Rodrigo Facio, un rector realmente muy progresista. Pongo este ejemplo porque la Universidad de Costa Rica fue una de las primeras del país, hubo varias otras pero que abrían y cerraban. Nuestros intelectuales, los académicos, los abogados, se formaban fundamentalmente en México, en Chile y en Nicaragua. La Universidad de Costa Rica se funda en 1940, la Nacional, donde trabajé por 34 años, se fundó en 1973. Bueno, Rodrigo Facio es de los viejos socialdemócratas que abrió la Universidad el 57’, no de aquella socialdemocracia que fue indirectamente responsable del crimen de Rosa Luxemburgo. Facio es un viejo socialdemócrata y creía en una cosa fundamental que era la recuperación del verdadero papel jugado por el capital costarricense en lo que él calificaba como el mundo del café. Él es un economista que invita a una gran cantidad de reformistas y a gente de la vieja guardia del Partido Comunista para que formen parte de ese proyecto y se relanza la investigación de lo que hablábamos hace un rato respecto de la excepcionalidad del costarricense. En ese contexto la revolución cubana va a ser recibida en Costa Rica y en el resto de América Central como un porrazo, es un porrazo en el sentido que va fortalecer notablemente a una gran cantidad de organizaciones revolucionarias, no solamente en países tan proclives como El Salvador, Guatemala o Nicaragua, sino incluso en Costa Rica. Acuérdese que en Guatemala tuvimos entre 1944 y 1954 uno de los primeros gobiernos socialdemócrata y reformista, digámoslo así entre comillas, “más progresistas del continente”, hay una tradición revolucionaria importante en Guatemala y lo mismo se puede decir de El Salvador. Hay un lío muy importante a partir del 59’, y particularmente después de la invasión de bahía Cochinos, hay una toma de posesión importante en algunas organizaciones revolucionarias centroamericanas. Lo que quiero hacer aquí es rescatar el papel de las organizaciones revolucionarias en América Central, eso no hay que olvidarlo, una tradición importantísima, una tradición que recupera la larga tradición institucional del movimiento popular, y así se recupera también, se especifica, se decanta con mayor precisión el papel del capital cafetal en América Central, se empiezan a caracterizar con más precisión las circunstancias que dan pie a la relación entre las unidades económicas del capital y los movimientos nacionales, que es lo que de una u otra manera estamos discutiendo. La mención al proceso conducido por Facio apunta justamente a esto también, a no relativizar el papel del análisis, de la crítica, de la teoría dentro del recorrido de los amplios movimientos antiimperialistas.
A: Aquí aparece el otro momento que venimos conversando, la necesidad de una crítica de la economía política, marxista o no.
E: Exactamente, exactamente.
A: Cuando hablamos de economía política no estamos hablando de cruzar la política con la economía, la politología con la econometría, sino que hablamos de situar en un amplio espectro geopolítico los diversos recorridos y resistencias que el capital va concatenando. Porque aquí no está en cuestión una estrategia económica, productiva o distributiva, sino el entramado lógico y empírico que da forma al capitalismo realmente existente, en sus diversas formas “nacionales” o “continentales”. Digamos que lo que está en juego no es la política por sí misma, sino la efectividad de tal o cual política en los contextos específicos del desarrollo imperialista del capital. Problema que en gran medida llevó al quiebre de Rosa Luxemburgo y los espartaquistas con la socialdemocracia alemana.
E: Es justamente por lo que usted dice que hay un problema estratégico claro, que es el que plantea Rosa Luxemburgo: bueno, ¿creemos o no en el sistema capitalista? Hay que tomar una posición a este respecto con todas sus variantes, liberal, neoliberal, todo lo que usted quiera, pero el problema fundamental es la lucha contra el capital. Vea que es divertido esto, le voy a contar una anécdota. Aproximadamente a la altura del 17’ nosotros tenemos un presidente muy curioso, Alfredo González Flores. Es un presidente sumamente curioso al que se le ocurre introducir una cosa que es totalmente inaudita en ese periodo, que es una especie de impuesto al gran capital, imagínese, para poder más o menos otorgarle algún ritmo a la economía costarricense, para poder mantenerla a flote con respecto a lo que está sucediendo fundamentalmente en la economía norteamericana. Bueno, hay un golpe directo al capital ahí, y el capital simplemente se deshace del viejo, lo sacan del escenario, y ¿a quiénes llaman? A los militares, pero, ¿qué militares? Aquellos grandes militares de la generación del 17’ que habían empezado a quitar y a poner presidentes. En Costa Rica se hace una gran alharaca porque somos un país sin ejército, porque abolimos el ejército muy temprano, pero abolimos el ejército como una medida estratégica. José Figueres Ferrer, que es el principal dirigente del Partido de Liberación Nacional, decidió abolir el ejército simplemente porque le daba miedo que le hicieran un golpe del Estado, es decir que vamos a abolir el ejército porque ya sabemos la tradición que trae, de quitar y poner presidentes al servicio del capital. José Figueres, entre las primeras grandes decisiones que toma, es precisamente poner a los comunistas fuera de ley, manda a los comunistas a la clandestinidad, mucho de los grandes comunistas de Costa Rica mueren en el extranjero, por su sexualidad, por su militancia política etc., grandes escritores y grandes escritoras mueren en el exilio precisamente por eso. ¿Cuál es el objetivo? servirle al gran capital, ¿a cuál capital? al capital bancario, al capital cafetalero básicamente, y a una pequeña burguesía industrial que está pensando abrirse espacios. Ahora, la revolución cubana fue un ejemplo fundamental que implicó que los norteamericanos empezaran a implementar una nueva estrategia para poder contrarrestar esos movimientos, para poder contrarrestar ese impacto en el área. ¿Cuál es el ingrediente que apuntala todo esto? la simple y sencilla invasión militar. Guatemala tiene un presidente, tiene dos presidentes, dos administraciones sumamente revolucionarias entre el 45’ y el 54’. En 1954 se le da un golpe de Estado a Jacobo Árbenz porque al segundo gobierno revolucionario guatemalteco ―digámoslo así― se le ocurre la gran tragedia de cobrar impuesto a las tierras de la United Fruit Company que no estuvieran siendo utilizadas. Usted tiene grandes extensiones de tierra, pero no las está usando, entonces al hombre se le ocurre el atrevimiento de cobrar a usted impuestos por esas tierras. Ese es el motivo fundamental para el golpe de Estado. O sea, el capital tiene una enorme imaginación para descabezarlo a usted en cualquier momento, eso no ha cambiado, eso continúa igual en el presente. Pero también pasa que no tiene hoy del todo importancia quién esté en el poder, Ortega o los del Frente Farabundo Martí, justamente porque no hay ahí realmente una crítica de la economía política. Eso, la crítica del capital, es la recomendación de gente como Lenin, de gente como Rosa Luxemburgo. Bueno, hay que recuperar eso, por el amor de Dios.

Reseña: “Revitalización de la obra de Rosa Luxemburg”, por Ángelo Narváez

Ángelo Narváez, doctor en Filosofía e integrante del Núcleo de Investigación Espacio y Capital del Departamento de Geografía, Universidad Alberto Hurtado, fue el primer lector chileno en enfrentarse desde una mirada crítica e integradora al reciente libro “Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana” del profesor y escritor costarricense Rodrigo Quesada Monge.
Fruto de esta lectura, a la visita de Quesada Monge a nuestro país, Ángelo se reunió con su autor a dialogar sobre las perspectivas que se abrieron conforme a sus análisis sobre Marx, el imperialismo y el colonialismo. De este encuentro ya tendremos noticias. De momento, Revista Izquierdas ha publicado una reseña de Ángelo Narvaéz sobre “Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana” que invitamos a leer.

Desde hace algunos años asistimos a una revitalización de la obra de Rosa Luxemburg. El proyecto de obras completas en inglés, que al momento lleva dos volúmenes publicados (de catorce proyectados), sumado a la edición de su correspondencia y a ejercicios de biografía gráfica como el propuesto por Kate Evans, Red Rosa, constituyen esfuerzos en el orden a posicionar y difundir el pensamiento teórico y político de Luxemburgo en un contexto en que los estudios marxistas atraviesan un momento de revisión histórica de sus fundamentos, alcances, vacíos, contradicciones y límites. Los análisis de la obra de Luxemburgo, usualmente asociados –con mayor o menor rigor– a una heterodoxia marxista, tienden hoy también a cruzarse con perspectivas epistemológicas que trascienden los límites del marxismo occidental.

Ensayo histórico

Sin embargo, la gran mayoría de estos esfuerzos tienen un rasgo común que dista de ser un aspecto puramente fortuito. De las recientes compilaciones y reediciones hasta los nuevos análisis, los trabajos tienen en común su pertenencia al mundo político y académico anglosajón. Por supuesto, esto no implica por sí mismo algo negativo. El problema es más bien otro, ¿por qué no ha habido estudios contundentes en la historiografía reciente desde las periferias del capital global, siendo esos espacios justamente la constante analítica y política de los análisis que Luxemburgo realizara del capitalismo a comienzos del siglo XIX? Son esfuerzos que se aplauden, por cierto. Pero, ¿no sería pertinente también un análisis del comportamiento imperialista de la economía capitalista en, desde y para Latinoamérica? Avanzar en ese horizonte es el ejercicio que se propone Rodrigo Quesada Monge en Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana, publicado en Chile el año 2018 por Nadar Ediciones, y en Costa Rica el año 2017 por la Editorial Universidad Nacional.

El análisis de Quesada se erige en el orden a “[…] recuperar el internacionalismo de una pensadora revolucionaria marxista, que contribuyó notablemente a una mejor y más profunda comprensión de la naturaleza de las relaciones internacionales, surgidas con la tragedia de la Primera Guerra Mundial” (p. 18). En este sentido, no se trata de un chauvinismo latinoamericano, sino de leer a Luxemburgo del mismo modo en que “José Carlos Mariátegui, por ejemplo, es motivo de estudios, investigación y exégesis en países como Italia, Francia o Estados Unidos” (p. 19), pues de lo que se trata es de la creatividad de la lectura que enfrenta la creatividad de la escritura de una pensadora que “abrió surcos novedosos para el mejor entendimiento del imperialismo, del sistema capitalista y de la guerra como negocio”. Julio Cortázar sostuvo alguna vez que decirse escritor latinoamericano no es diferente a decirse belga o danés. De lo que se trata entonces, insistía Cortázar, es de ser un latinoamericano escritor. Lo mismo se podría decir del lector: de lo que se trata es de ser un latinoamericano lector. En el caso de la propuesta biográfica de Quesada, el ejercicio historiográfico y hermenéutico radica en leer y escribir la obra de Luxemburgo desde una posición latinoamericana.

El libro se divide en tres grandes secciones, cada una de las cuales cuenta con una cantidad más o menos variable de capítulos que, en la práctica, apuntan a precisar los tópicos imponderables de la biografía. La primera sección, “La formación de un carácter”, constituye un ejercicio historiográfico bastante preciso de reconstrucción de la dimensión política, económica e ideológica del auge y quiebre de la socialdemocracia alemana. Sin embargo, a pesar de su precisión, esta sección no dista del todo de la tradición historiográfica marxista que, en general, ha puesto el énfasis en las transformaciones geopolíticas y socioeconómicas propias de un mundo transido por los resabios del colonialismo y avance rampante del imperialismo. Sin duda los capítulos más provocadores que esta sección son el II y el IV, “Vida de mujer” y “La revolución alemana (1918-1923) y el asesinato de Rosa Luxemburgo (1919)”, respectivamente. En el caso del capítulo II, la hipótesis estriba en la comprensión de la subjetivación de Luxemburgo en un mundo político masculinizado no como un momento posible dentro de su recorrido teórico y político, sino como un hilo enhebrado en un complejo plexo de dimensiones biográficas que, en última instancia, carecerían de sentido sin ese hilo en particular. Es aquí donde Quesada sostiene que la “[…] escasa obra directamente relacionada con el asunto [feminista], no le resta méritos a la presencia contundente del resto de su trabajo intelectual, prueba irrecusable del enorme potencial de las mujeres como pensadoras, dirigentes revolucionarias e ideólogas de gran peso doctrinario en el desarrollo del movimiento socialista, de principios del siglo XX” (p. 74). Hay ahí un ejercicio de confianza teórica y política, de sororidad en última instancia, fundamento de la confianza que Luxemburgo y Clara Zetkin se transmitieran mutuamente. Respeto transversal que, no obstante, no resolvería las contradicciones que Clara Zetkin se propuso políticamente tematizar y enfrentar. A modo de ejemplo: a pesar de compartir posiciones políticas en la co-fundación de la Liga Espartaquista, Franz Mehring encargó a Luxemburgo la redacción de un apartado dedicado a los tomos II y III de El capital que formaría parte de Karl Marx: Geschichte seines Leben de 1918. Deliberada o no, por omisión onomástica los lectores del marxismo occidental atravesaron el siglo leyendo el análisis de Luxemburgo firmado por Mehring.

La segunda sección, “Imperialismo, revolución y guerra”, es sin duda el momento mejor acabado del libro. La sección puede leerse tres veces. Sea como una proyección historiográfica del comportamiento imperialista de la economía capitalista hasta la Primera Guerra Mundial, como un análisis del decurso formativo y escritural de las tesis que Luxemburgo esgrimiera en La acumulación del capital –dimensión transida por los antecedentes y consecuencias del llamado Revisionismusstreit de la socialdemocracia alemana–, o como un análisis del recorrido político, económico, ideológico y cultural de la revolución de octubre. Tres momentos significantes, pero convergentes, de los últimos momentos de la pax britannica victoriana. Las tesis clásicas sobre el imperialismo, de Hobson a Luxemburgo, pasando por Trotsky, Lenin y Bujarín, han sido sistemáticamente trabajadas en Latinoamérica prácticamente desde el mismo momento de sus publicaciones. Sin embargo, el valor específico del trabajo analítico aquí estriba en trenzar las tesis clásicas sobre el imperialismo en general con las ideas de imperialismo y revolución de Luxemburgo desde y hacia la posibilidad de una subversión específicamente latinoamericana del orden global contemporáneo. Lo interesante de esta sección radica en leer sus tres dimensiones a partir de la precisión epistemológica, metodológica e ideológica que Quesada esgrime en la introducción general del libro: primero, que Latinoamérica es también el Caribe y, segundo, que el Caribe es harto más que Cuba. Esta precisión inicial es lo que reviste de especial originalidad a las tesis de Quesada sobre el decurso teórico y biográfico de Rosa Luxemburgo, pues conforman una tensión que apunta a releer la crítica de la economía política desde una perspectiva regional contemporánea, asumiendo la actualidad de las categorías críticas en virtud del reconocimiento de una realidad aún imperialista.

La tercera y última sección, en la práctica casi un recuento de los aspectos comunes de los capítulos precedentes, propone una aproximación hermenéutica para la lectura de la correspondencia de Luxemburgo, no tanto en relación a la producción de una identidad íntima como en relación a esa identidad en cuanto expresión de una vida cotidiana que, heredera de los márgenes del siglo XIX, comenzaba a estallar por tierra y aire al ritmo de los discursos y las prácticas de las luchas imperialistas. La descomposición del siglo XIX y la recomposición de una realidad que se habría paso a nombre del siglo XX fascinó y produjo –cuando no, angustió también– los gestos estéticos-literarios de Joseph Roth, Sándor Márai y Stefan Zweig: ninguno de los tres precisamente simpatizantes del socialismo o del comunismo. Es el mismo Zweig quien sostiene en Tres maestros. (Balzac, Dickens, Dostoievski), que la grandeza de la comédie humaine no radica en la representación literaria de la nostalgia, sino en el ejercicio escritural que en la vorágine de la crisis de su tiempo hila un relato en el que convergen las más diversas dimensiones de una realidad en plena transformación. Ese mismo argumento es el que llevó a Marx a leer y releer insistentemente a Dickens y Balzac. Pero, aquí no se trata de leer las obras de Rosa Luxemburgo –sus estudios o cartas– con la liviandad cotidiana con que aparentemente podría leerse un relato literario, sino que, y muy por el contrario, se trata de leer los relatos literarios con toda la seriedad que supuso, y supone, la lectura de la crítica de la economía política del imperialismo europeo a comienzos del siglo XX. Eso implica, por cierto, comprender los textos (públicos o no) como documentos propios de un archivo del largo proceso de transformación de la realidad. En este sentido, un libro es provechoso en virtud de lo que dice y de lo que no dice, es decir, de lo que suscita. Esto último, claro, ya no es responsabilidad exclusiva del autor. Sin embargo, hacia allá apunta el criterio hermenéutico que sustenta la lectura que Quesada realiza de la correspondencia de Luxemburgo en esta tercera sección.

Acabando estas reflexiones, Quesada retoma análisis propios de la segunda sección para construir sus conclusiones. En definitiva, insiste Quesada, “[…] Luxemburgo emerge, no porque haya sido una pionera en las preocupaciones políticas de las mujeres en torno al feminismo, sobre lo que no escribió mucho en verdad, sino porque su obra continúa siendo un reto en aquellos aspectos que ni la Gran Revolución Rusa de 1917 alcanzó a solucionar de manera profunda y duradera”. Aquí la crítica de Luxemburgo, a la economía política del imperialismo y a las políticas bolcheviques, aparecen como una “osadía” que abre “un surco investigativo inédito hasta ese momento”. Crítica que “estaba vinculada con los problemas metodológicos y teóricos en torno a la acumulación del capital a escala mundial, apenas vislumbrados por las luminarias en pantalones de la II Internacional” (p. 439). Si algo logra la investigación biográfica de Quesda, es reconstruir ese gesto “osado”, incómodo para uno y otro lado, que constituye a la obra de Rosa Luxemburgo.


Rodrigo Quesada gana Premio Nacional de Ensayo con “La lógica de la nostalgia imperial”

Hoy, 28 de enero de 2016, se han otorgado los Premios Nacionales de Literatura Aquileo J. Echeverría, galardón entregado por el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) de Costa Rica.

Este año, en la categoría ensayo, se premió “La lógica de la nostalgia (imperial). Literatura y política en el siglo XX”, obra del profesor Rodrigo Quesada Monge editada recientemente por Nadar Ediciones y la Editora de la Universidad Nacional Estatal a Distancia (EUNED), de Costa Rica. El reconocimiento se otorgó junto a “La tradición del presente. El fin de la literatura universal y la narrativa latinoamericana”, del señor Carlos Cortés Zúñiga.

Según señaló el jurado de esta premiación,

ambos textos demuestran una investigación rigurosa y un proceso de madurez temática y escritural; y revelan, además, un amplio conocimiento de las disciplinas literaria e histórica, así como argumentan y promueven el sentido crítico haciendo un abordaje con originalidad y erudición. Asimismo porque las obras galardonadas constituyen un importante aporte a la literatura nacional y latinoamericana.

Los Premios Nacionales Aquileo J. Echeverría son el máximo galardón entregado por el Ministerio de Cultura. Creados en 1961, su nombre es un homenaje al poeta costarricense Aquileo J. Echeverría Zeledón (1866 – 1909).

Rodrigo Quesada en Guadalajara
Rodrigo Quesada en Guadalajara

Al reconocimiento de la calidad de esta magnífica obra, hay que sumar el riguroso trabajo que hubo detrás, tanto del autor, como de sus editores que, mediante un trabajo cooperativo entre EUNED y Nadar, dieron a conocer esta obra al público mexicano en FIL Guadajara 2015, y luego a los lectores centroamericanos y chilenos, respectivamente.

Enviamos, por ello, un caluroso abrazo al profesor Rodrigo Quesada Monge, que hacemos extensivo a Maritza Chaves, responsable de la revisión filológica, a Gustavo Solórzano-Alfaro, quien realizó un detallado trabajo de edición, y a Diego Mellado, gestor del proyecto gráfico.

Con esto, invitamos a todos y todas a leer “La lógica de la nostalgia (imperial). Literatura y política en el siglo XX”, estudio literario construido desde la perspectiva anarquista que recorre autores como Stefan Zweig, Joseph Roth, Oscar Wilde y Reinaldo Arenas.

Nadar Ediciones, enero de 2015.