“El Caribe no es solamente Cuba”. Una conversación con Rodrigo Quesada Monge – Por Ángelo Narváez

El próximo 29 de noviembre se presenta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) el libro “Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana”, escrito por el historiador y escritor costarricense Rodrigo Quesada Monge y co-editado por Nadar Ediciones y la Editorial de la Universidad Nacional de Costa Rica (EUNA). Será presentado por la maestra Cecilia Lozano Meraz y Marybel Soto-Ramírez, directora de EUNA, en el stand del Sindicato Académico de la Universidad de Guadalajara.
Coincidentemente, La Raza Cómica publicó el encuentro entre Ángelo Narváez y Rodrigo Quesada, acontecido en julio pasado, cuando el escritor visitó nuestro país. Invitamos a leer este interesante diálogo, no solo relativo a Rosa Luxemburgo, sino a los tópicos implícitos y explícitos de la obra: el imperialismo, la colonización, América Central, entre otros.
Rodrigo Quesada Monge nació en Costa Rica en 1952. Hoy jubilado, trabajó en la Universidad Nacional de Costa Rica por más de treinta años, lugar desde donde situó una prolija y prolífica producción intelectual. El pensamiento político, el pensamiento económico y la literatura forman parte de esas constantes, esos momentos ineludibles que aparecen insistentemente en la obra de Quesada, sin embargo, siempre con un mismo horizonte y pretensión: el análisis de la situación centroamericana, caribeña y antillana dentro de los márgenes del desarrollo imperialista del capitalismo. Así, por ejemplo, La fantasía del poder. Mujeres, imperios y civilización (de 2001) y La lógica de la nostalgia (imperial). Literatura y política en el siglo XX (de 2015), no son investigaciones ajenas una de otra, como podría suponerse por cuestiones de formalidad.
Rodrigo Quesada visitó Chile a fines de junio de este año para presentar Rosa Luxemburgo. Utopía y vida cotidiana, publicado por Nadar Ediciones. El libro, una biografía más o menos heterodoxa de la vida, el pensamiento y las repercusiones de Rosa Luxemburgo, no se ciñe del todo a lo que tradicionalmente se espera de una investigación monográfica. Ya en las primeras páginas Quesada ofrece márgenes, claves de lectura que hilan un amplio entramado de perspectivas y proyecciones teóricas y políticas que, de haber tenido algo más de páginas (aunque el libro ya tiene más de cuatrocientas), bien podrían haber tenido vidas propias. Hay una vieja costumbre, bien o mal ponderada, que supone comenzar los libros por sus capítulos iniciales, evitando prólogos e introducciones. Así el libro se lee de una vez. Sin embargo, esa misma costumbre entiende prólogos e introducciones como conclusiones antepuestas, y así el libro se lee otra vez. En ese momento aparecen las claves, las pretensiones, la suposición de una hermenéutica posterior. Hay en esta tradición un juego entre lo que el libro dice y lo que el autor quiso decir, entre lo que el lector lee y lo que el lector puede leer. Esa idea fascinó a Roland Barthes.
Algo hay de esto en el libro de Quesada. Una pretensión hermenéutica que hace que el libro sea dos obras: “Cabe suponer que sin las ideas y las acciones de Rosa Luxemburgo en su época, sería difícil comprender la historia social revolucionaria de los procesos que tuvieran lugar en naciones como Argentina, Chile, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Bolivia y Guatemala, durante los años ochenta del siglo XX. Es de temer que, con la vista fija en Europa, no se puedan lograr avances importantes en la historiografía de los movimientos sociales en América Latina, puesto que su especificidad no explica la ignorancia o la «invisibilización» que a veces se aplica”, por parte de los mismos autores latinoamericanos, a lo sucedido en El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras, durante la segunda parte del siglo anterior. Tal vez habría que recordarles que “el Caribe no es solamente Cuba”. Paradójico, quizás. Pero de lo que se trata aquí es justamente sostener ese diálogo entre la escritura y la lectura. Lo que escribió Luxemburgo y lo que leyó Quesada, lo que escribió Quesada y lo que leemos cuando leemos.
Ensayo histórico
A: Hay en su libro una tesis central, que está en la línea de sus investigaciones anteriores sobre una crítica al comportamiento imperialista del capitalismo entre los siglos XIX y XX, pero hay también un conjunto de pequeñas provocaciones que me parece apuntan a discusiones propias de los contextos caribeño y antillano, discusiones que a momentos trascienden el aspecto prioritariamente biográfico y teórico de la obra de Rosa Luxemburgo. Un conjunto de provocaciones que apuntan a la situación contemporánea de la crítica de Luxemburgo. Quizás exagero.
R: No, no, de ninguna manera. Esto lo comentaba también el día de la presentación del libro, que cuando se habla por ejemplo de la historia de la Guerra del 98’, la mayor parte de los historiadores ―incluidos los españoles―, omiten por completo las Antillas. La convierten en una guerra entre España y Estados Unidos, y uno inmediatamente se pregunta por qué, si, por el amor de Dios, la guerra se hizo por Cuba, por Puerto Rico, por el Pacífico, por las Filipinas. Hay una tendencia en la historiografía caribeña, en la historiografía centroamericana que apunta a recuperar esa complejidad, y entonces ahora hablamos de guerra Hispano-Antillano-Norteamericana. Esto porque hay que tomar en cuenta a nuestra gente, hay que incluirla.
A: Esa omisión, deliberada o no, incide directamente en la historiografía oficial, incluso en la documentación gubernamental…
E: Por cierto. Si le hablo concretamente del caso puertorriqueño, sí. Hay algunos historiadores cubanos que ya utilizan estos términos, y hay historiadores filipinos en eso también, porque hay que empezar a recuperar esa parte completamente invisibilizada por el imperialismo norteamericano. Yo no necesito contarle a usted lo que ha sido la historia de intervenciones de los Estados Unidos en América Central y el Caribe. El imperialismo es algo muy vivencial, muy cotidiano. Si usted revisa la historia de El Salvador por ejemplo, sucede algo muy particular. El Salvador es un país pequeñito, de 21.000 km², pero tiene una historia muy aguerrida, es un pueblo luchador, tan batallador que comienza su movimiento independentista en 1808, mucho antes que ustedes, antes que Chile y que Argentina. Hay ahí una larga tradición de una América Central revolucionaria, y eso hay que recuperarlo. Pero, también hay que traer a América Central, hay que traer al Caribe aquella gente que ha reflexionado sobre el imperialismo, hay que traer a nuestro contexto a Rosa Luxemburgo, y también a Lenin. Ya se ha entrado en una etapa en que hay gente que no quiere hablar de imperialismo, gente que busca eufemismos para obviar el imperialismo. Los eufemismos han penetrado mucho en la academia universitaria. Hay historiadores, que yo conocí en el pasado, que eran gente muy batalladora, grandes luchadores, y que ahora están perfectamente acomodados. Ya no te hablan de imperialismo, ya no te hablan de la tradición revolucionaria de América Central.
A: Esa tradición revolucionaria invisibilizada responde a condiciones muy específicas, propias de Centroamérica, del Caribe, de las Antillas, pero no son necesariamente condiciones excepcionales. Hay un afán, una tentación política e ideológica que a momentos busca la singularidad de los procesos en una suerte de excepcionalismo, un excepcionalismo que a la larga disocia las historias locales de los contextos globales.
E: Exacto. En Costa Rica, por ejemplo, defendemos la excepcionalidad, que somos diferentes al resto de América Central. Eso es completamente falso, es ideológico y tiene un altísimo contenido propagandístico, un altísimo contenido ideológico que los sectores dominantes de la gran burguesía capitalina logró promover. Costa Rica obtiene la independencia allá por 1821, pero hay todo un debate sobre el momento, pues no se sabe si fue realmente en septiembre o si fue en octubre. Es absurdo ese debate, pero se da. Luego hay una invasión norteamericana muy importante en el 56’, que tratan de convertir a toda la región centroamericana en un punto de abastecimiento de esclavos, momento en que no hay que perder de vista que está muy próxima la guerra civil en Estados Unidos, la del 61’. La resistencia a esa invasión algunos la llaman “La gran guerra patria”, porque esa guerra unificó en alguna medida a sectores cafetaleros dominantes en Costa Rica y en el resto de América Central. Ahí empezó a crearse una especie de mitología, toda una cultura y una educación respecto a la excepcionalidad de Costa Rica. Ahí juega un rol fundamental el presidente costarricense de ese periodo, Rafael Mora Porras. Sin embargo, la clase dominante de Costa Rica realmente empieza a consolidarse como tal a partir de 1884, desde entonces se escucha hablar de la excepcionalidad del costarricense. Ahora bien, en estos momentos tenemos una migración nicaragüense impresionante, tenemos más de un millón de nicaragüenses en el país, tenemos venezolanos en grandes cantidades, colombianos y cubanos, y lo digo sólo para dar un ejemplo de lo que es la multiplicidad étnica en Costa Rica, que pone en juego esa pretensión de excepcionalidad.
A: Pero cuando hablamos de multiplicidad lo hacemos desde unidades. Unidades diferenciales, claro, pero unidades al fin y al cabo.
R: Esa es la razón justamente por la que es necesario recuperar el aparataje teórico de una figura como Rosa Luxemburgo en relación al problema del imperialismo en un área como América Central, que implica hablar de América Central como una unidad. Aquí ya no tiene sentido seguir fomentando la excepcionalidad, que somos blanquitos, que tenemos un origen español, que somos de ojos azules, eso es simple y pura basura ideológica. Pensé el libro en este contexto, precisamente para tratar de hacerle llegar al lector ese utillaje teórico. Por supuesto que la intención también era recuperar a esta gran mujer, una mujer inteligentísima, de un pensamiento revolucionario increíblemente beligerante, de un utillaje teórico que permite entender muchas de las relaciones financieras entre América Central y los grandes imperios de la segunda parte del siglo XIX, pues la inserción de América Central en el mercado mundial debe ser comprendida precisamente a través de la manipulación de las inversiones y, en esto Costa Rica tampoco es una excepción. Por ejemplo, en relación a la manía ferroviaria Costa Rica está en la misma situación que India, Australia y Nueva Zelanda, como también lo está Chile en el siglo XIX. Costa Rica empieza a construir su ferrocarril allá por 1871 y lo culmina 20 años después con un costo humano altísimo. Ahora, ese costo humano se vuelve irrelevante porque se asume que el ferrocarril es sinónimo de progreso.
A: Esa confianza en el progreso está presente en prácticamente todo el imaginario político y científico del último cuarto del siglo XIX, a nivel continental y mundial, pero es una confianza tan ideológica como institucional. Es una confianza impuesta.
E: Pues claro, podemos decir que es una confianza que se impone y se sostiene. A esos 20 años fatales de la manía ferroviaria le siguen las dictaduras. La democracia costarricense es muy joven. Antes de 1948 no hay realmente una democracia propiamente dicha. Entre 1860 y 1948 aproximadamente tenemos un periodo repleto de golpes de Estado, de militarotes, tenemos un país gobernado en los años 80’ del siglo XIX por una alianza entre los grandes barones del café, como los llamaban los brasileños, y los militares. Los militares tumban a quien quieren o no quieren. Aquí es dónde insisto en recuperar a Rosa Luxemburgo y decir que tenemos ahí una caja de herramientas realmente valiosa, una metodología para poder entender las relaciones entre Gran Bretaña y América Central. Yo no razono Costa Rica, yo trato de razonar, hasta donde me es posible, desde la perspectiva biográfica, a veces a uno se le sale el nacionalismo inevitablemente, se asoman esas pezuñas inevitablemente…
A: Ahí la tentación del nacionalismo no es del todo diferente a la tentación del excepcionalismo. Sin embargo uno podría hablar de un nacionalismo metodológico, una especie de nacionalismo no-nacionalista. Eso implicaría, por ejemplo, hablar de nacionalismos provisorios o circunstanciales, hablar desde lo que ha sido y sucedido, como una suerte de constante invitación al contexto y la situación.
R: Pues claro, porque uno invita al lector centroamericano y caribeño en ese sentido. El libro tiene ese propósito pedagógico, mostrar que aquí hay una caja de herramientas interesante, que hay una metodología interesante para poder comprender las relaciones en la sierra de Centroamérica central y el imperio británico, por ejemplo, durante la segunda parte del siglo XIX. Hay una caja de herramientas interesante para formular una teoría respecto a ese acomodo tan extraño que se produce en la economía costarricense al mercado mundial, porque Costa Rica no figura sino a partir del momento en que comienza la exportación cafetera. Por ejemplo, nosotros hemos estado exportando café a Chile prácticamente desde principios del XIX, Chile era el principal comprador de nuestro café, sin embargo, Costa Rica no figura en el mercado mundial hasta el momento que empieza a exportar café a Gran Bretaña. Perdón, una precisión, hasta el momento en que Costa Rica le vende café a Gran Bretaña y Gran Bretaña lo revende.
A: Hay un paralelismo entre este relato histórico del siglo XIX costarricense y lo que podríamos entender como el siglo XIX en Chile, asumiendo incluso momentos más o menos coincidentes, momentos que uno podría rastrear a nivel continental. Los años 60’ inauguran también en Chile esa euforia ferroviaria asociada a una ascendente burguesía capitalina. Una burguesía que, heredera de Portales, pero ahora de la mano de Vicuña Mackenna, le disputa la conducción de una república hipotéticamente liberal a Concepción, a Valparaíso y a Coquimbo, a las grandes ciudades portuarias previo a la anexión de Antofagasta y la inauguración del llamado ciclo salitrero. Esa burguesía se entiende descendiente de vascos y gallegos, se entiende desde la excepcionalidad. Y esto no es diferente a lo que sucede paralelamente en Argentina y Brasil.
E: Exactamente, exactamente.
A: Aquí el problema también está en el norte. Cuál es el problema del norte, que Chile necesita invadir Perú y Bolivia para financiar su proyecto civilizatorio, y aquí se cruzan dos momentos interesantes del imperialismo en Chile. Después de la independencia formalmente constituida, Chile cede el control portuario y aduanero a irlandeses e ingleses como «recompensa» por sus servicios militares. Esta misma cesión portuaria y aduanera se repetiría tras la recomposición geopolítica que derivó de la anexión de Arica y Antofagasta. En el primer momento enfrentamos un escenario en el cual se constituye aparentemente el gentle imperialism inglés en Chile, el imperialismo informal inglés de la pax britannica victoriana, pero en el segundo momento ese mismo imperialismo incidirá directa e indirectamente en la transformación del Estado propio del ciclo salitrero de 1880-1930. Estos paralelismos, estos trazados análogos comunes continentales, son importantes justamente porque apuntan a la precisión teórica y metodológica. Es el mismo problema de la pregunta por lo explicativo y representativo que son realmente categorías como las de independencia, gentle imperialism o imperialismo informal. Pero, más importante aún, entra en juego también la representatividad de las categorías de la economía política, y de la crítica de la economía política. Creo que esto es lo que está en juego constantemente en la biografía de Rosa Luxemburgo. No sólo en la biografía que usted propone desde y para América Latina y el Caribe, sino también en la posición de Rosa Luxemburgo dentro de los márgenes de la socialdemocracia alemana de comienzos del siglo XX.
E: Eso es justamente lo que tenemos que discutir. Y vea ahora que usted está refiriéndose al caso de la segunda parte del siglo XIX. Costa Rica es un caso realmente trágico en ese sentido: por ejemplo, hay una figura que es clave, un inversionista norteamericano fundador de la United Fruit Company, Minor Cooper Keith. En Costa Rica y en el resto de América Central se le considera un héroe, eso yo no lo entiendo. Mire que Tomás Guardia, dictador por más de veinte años, endeuda al país de una manera espectacular para poder construir el ferrocarril, y en aquella época el mercado de valores es un mercado sumamente volátil, todo el mundo, cualquiera prácticamente, puede meter las manos y decir lo que se le da la gana. Se fundan empresas que desaparecen el mismo día. Bueno, Minor Cooper Keith conoce muy bien los entretelones de ese mercado financiero, se alía con grandes ingenieros muy conocedores de la geografía de América Central y fundan la United Fruit Company, allá por 1899. Carlos Luis Fallas es uno de los pocos escritores traducidos a prácticamente todos los idiomas del planeta, precisamente por ese libro [Mamita Yunai, 1941] que narra la forma en que la United Fruit Company negoció el asunto del banano con los gobiernos, pero del banano no solamente en Costa Rica sino en toda América Central y todo el Caribe. Esto es una analogía de lo que usted estaba refiriendo hace un rato sobre la capacidad de entreguismo, de esa enorme vocación entreguista que tenemos en el continente. Costa Rica le regala, prácticamente, entre el 10 y 13% de las mejores tierras a la United Fruit Company, no le cobra impuestos, le cede derechos especiales, le permite hacer y deshacer con el proyecto ferroviario, meter trabajadores, campesinos y extranjeros. Aquí llegan italianos y españoles, que van a introducir en Costa Rica una enorme cantidad de ideas anarquistas y van a radicalizar los movimientos de trabajadores. Como usted decía, efectivamente se pueden rastrear recorridos análogos continentales.
A: Pero aquí estamos ante más de uno o dos recorridos análogos. Por ejemplo, y si retrasamos un poco el relato, ¿hay incidencia de los italianos y españoles expulsados de París, así como la hay en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil?
E: ¿Después de 1871? Usted empieza encontrar noticias a la altura de 1877, pero se deben a la construcción del ferrocarril en 1871. Una de las primeras huelgas importantes que se hacen en el país se remonta a 1877, es una famosa huelga impulsada particularmente por la zona italiana, que estalla por las condiciones de subsistencia y trabajo de los trabajadores migrantes, jamaicanos y culíes chinos. Trabajadores de ese otro mundo que es el trazado del ferrocarril. Ese otro país, totalmente separado de lo que sucede en el resto de Costa Rica. Vea que lo que quiero comunicarle es que la economía costarricense es una economía sumamente fragmentada y que algunas tesis de Lenin nos ayudan a comprender, sobre todo en relación a la geopolítica del sistema capitalista. Sin embargo, la mujer que se sentó a trabajar esto fue Rosa Luxemburgo. Cómo uno analiza una economía desintegrada, cómo unificamos los componentes para poder entender esa economía es algo que le debemos a la interpretación crítica que hace Rosa Luxemburgo del segundo volumen de El Capital. Ahí hace lecturas vertebrales del problema de la transferencia de capitales. Rosa Luxemburgo llama la atención sobre algo clave: el capital que se está transfiriendo no es un capital que se transfiera inocentemente. Me explico un poco. En Costa Rica usted va a encontrar que gran parte del capital que construye el ferrocarril es inglés, pero en un momento determinado el imperio norteamericano le va a marcar la pauta al imperio inglés, y ahí usted encuentra que desde aproximadamente 1850 en adelante, a partir de 1852 para ser precisos, los ingleses le van a decir a los norteamericanos “no, háganse cargo ustedes de esa zona, esa zona les pertenece a ustedes, administren ustedes esa zona porque nosotros nos vamos para el extremo oriente, nosotros vamos para la India”. A partir del 52’ usted empieza encontrar que son precisamente los norteamericanos los que se hacen cargo de esto y empieza a encontrar un nivel de penetración continental realmente impresionante. Por ejemplo, Minor Cooper Keith se hace cargo de la deuda de Costa Rica, esa deuda se adquiere en 1871 y no estamos concluyendo de pagarla hasta un siglo después. Hubo guerras civiles en diferentes momentos y hubo invasión extranjera justamente por las disputas de administración y ganancia de esa deuda. Precisamente por esto hay que volver a Rosa Luxemburgo, hay que recuperar a Lenin, hay que recuperar a Trotski, hay que recuperar a los grandes geógrafos anarquistas.
A: Recuperar a Luxemburgo, a Lenin y a Trotski no para el marxismo, el leninismo o el trotskismo, sino para el imaginario antiimperialista y, aún más, no para cualquier antiimperialismo, sino para uno situado en una zona específica de la geopolítica del capitalismo. Esa parece ser una de las pretensiones de la biografía.
R: Esa fue la intensión al menos, pero no es fácil. Por ejemplo, es muy difícil con Lenin, porque a estas alturas tiene demasiadas capas, tenemos un Lenin muy deformado. Y qué decir de Trotski. Paradójicamente es más fácil con Rosa Luxemburgo porque no figuró del todo en la historia del marxismo. Sin embargo, es con ella que podemos pensar metodológicamente la situación histórica del antiimperialismo. Por eso es que yo hago referencia en el trabajo a que en el Caribe hay una tradición antiimperialista, una lucha, una tradición de lucha antiimperialista realmente importante. En Puerto Rico hay dos figuras que son claves, que son Ramón Emeterio Betances y Eugenio María de Hostos, sin estas dos figuras no se puede entender la lucha anticolonialista en Puerto Rico. Y quiénes son estos dos viejos, estos dos viejos son, digámoslo así, grandes discípulos de José Martí. Usted encuentra que las palabras de José Martí en un momento determinado, cuando decía que las luchas antiimperialistas en el Caribe son luchas prácticamente de todas las Antillas, están perfectamente ligadas a lo que está sucediendo en el pacífico con las Filipinas.
A: Aquí se cruzan algunas dimensiones, pues ya no se trata sólo de esas unidades analíticas, diferenciales, que nos permiten dejar de lado las tentaciones de los nacionalismos y los excepcionalismos, sino también de esa singularidad relativa, más o menos autónoma, de los movimientos nacionales de liberación, de los movimientos antiimperialistas caribeños y antillanos, que no por ser nacionales son necesariamente nacionalistas, una diferencia que ya habíamos mencionado.
E: En esto tiene usted razón. Por ejemplo, en Costa Rica hay gente, políticamente hablando, muy decente. Me refiero con esto a que hay gente muy consecuente, pienso en la gente de la vieja guardia del partido comunista. El partido comunista costarricense fue fundado allá por 1931, y recoge en gran parte la tradición anarquista de Costa Rica. Una modesta tradición anarquista, porque en Costa Rica realmente no hubo una tradición anarquista del vigor que tuvo en Chile por ejemplo o de la beligerancia que tuvo en Argentina y Uruguay, en Costa Rica el anarquismo es absorbido por los comunistas en el 31’. Son absorbidos porque el movimiento artesano obrero ―como le dice Mario Oliva, un historiador chileno que vive en Costa Rica y que ha estudiado muy bien el tema― antecede considerablemente a la fundación del PC. Sucede que el PC es parte de una estrategia continental que entra en conflicto con gente como Sandino. Mucha gente dice que Sandino era marxista, que aquí que allá, pero por favor, él nunca hizo referencia concreta a eso, la lucha de Sandino es la lucha del pueblo antiimperialista. Nicaragua es un país invadido por los gringos en el 12’, en el 26’, en el 27’, por favor. La derrota de la dictadura en el 79’ es prácticamente parte de una derrota de la estrategia del imperio en la zona, hay gente muy consecuente con esto y que continúa manteniendo una posición antiimperialista, una posición, digámoslo así, de recuperación de los derechos de los trabajadores, de sostener los derechos de los trabajadores. Entonces, los contextos nacionales son importantes en el análisis y en las luchas antiimperialistas, pero hay que evitar la tentación de los nacionalismos, como usted dice. Ahora, también hay otro problema en esto. Ha habido alguna otra gente, no tan consecuente, o no tan decente si me permite decirlo, que ha empezado a acomodarse, que ha empezado a ajustarse, y esto también se ha dado en algún sector de la academia, que ha modificado su lenguaje.
A: Como el desuso de categorías como imperialismo o crítica de la economía política.
R: Exacto. Es que la gente cree que la modificación de lenguaje es una cuestión inocente y no lo es, si usted modifica su lenguaje es porque algo está cambiando en la cabeza. Hay una modificación importante de ese lenguaje, sin embargo, dentro de esa misma academia hay gente que ha estado haciendo una investigación realmente importante respecto a la guerra del 56’, la que ya le mencionaba. ¿Por qué es tan importante entender la invasión filibustera en 1856? Bueno, es importante entenderla por razones metodológicas, por razones teóricas, por razones políticas, por razones ideológicas, etc. Sin esa invasión del 56’ usted va a tener problemas después, por ejemplo, para entender la invasión a Panamá en 1989, esa cosa absurda, esa cosa terrible del ciudadano panameño promedio recibiendo a las tropas norteamericanas con una banderita ¡por el amor de Cristo! Bueno, si quiere comprender eso, usted tiene que comprender lo que sucedió en el 56’, ese tipo de comparaciones historiográficas las hace Rosa Luxemburgo de una manera extraordinaria. “¡Por favor!” dice uno, aquí está todo, cómo es que no se ha visto. Esa fue la intensión, vayamos a eso, hagamos pedagogía de estos materiales, saquemos a la luz a nuestros grandes viejos, saquemos a la luz a Sandino, saquemos a la luz a Ramón Emeterio Betances, saquemos a la luz al mismo Agustín Farabundo Martí, que prácticamente muere preso, humillado de una manera horrible, en esto nos ayuda mucho Rosa Luxemburgo.
A: Hay en Rosa Luxemburgo una pretensión por pensar, por referir momentos históricos y políticos como imágenes en una secuencia que se resiste a la causalidad, es lo que le permite las asociaciones por analogía. Sin embargo, es justamente la riqueza de esas asociaciones lo que nos remite al problema anterior, a la relación entre las unidades económicas del capital y la autonomía relativa de las luchas populares, obreras, antiimperialistas. Pero esto no es necesariamente una paradoja, puede pensarse perfectamente como una posibilidad, como la posibilidad de abrir el relato histórico hacia dimensiones que no son puramente reivindicativas del pasado, sino que son momentos de un presente ideológicamente omitido. Para América Latina y el Caribe, sin duda una de esas imágenes es Cuba, más allá del decurso que haya tomado la institucionalización de la revolución.
E: Sin duda, y creo que eso podemos ilustrarlo. Mire, en Costa Rica hay una reforma universitaria importante en 1957, llevamos a Costa Rica una gran cantidad de gente de España y la mayor parte de ellos eran ex discípulos de Ortega y Gasset, que tenía una relación muy ambigua con el franquismo, una cosa media confusa. Hubo un rector en aquel entonces, Don Rodrigo Facio, un rector realmente muy progresista. Pongo este ejemplo porque la Universidad de Costa Rica fue una de las primeras del país, hubo varias otras pero que abrían y cerraban. Nuestros intelectuales, los académicos, los abogados, se formaban fundamentalmente en México, en Chile y en Nicaragua. La Universidad de Costa Rica se funda en 1940, la Nacional, donde trabajé por 34 años, se fundó en 1973. Bueno, Rodrigo Facio es de los viejos socialdemócratas que abrió la Universidad el 57’, no de aquella socialdemocracia que fue indirectamente responsable del crimen de Rosa Luxemburgo. Facio es un viejo socialdemócrata y creía en una cosa fundamental que era la recuperación del verdadero papel jugado por el capital costarricense en lo que él calificaba como el mundo del café. Él es un economista que invita a una gran cantidad de reformistas y a gente de la vieja guardia del Partido Comunista para que formen parte de ese proyecto y se relanza la investigación de lo que hablábamos hace un rato respecto de la excepcionalidad del costarricense. En ese contexto la revolución cubana va a ser recibida en Costa Rica y en el resto de América Central como un porrazo, es un porrazo en el sentido que va fortalecer notablemente a una gran cantidad de organizaciones revolucionarias, no solamente en países tan proclives como El Salvador, Guatemala o Nicaragua, sino incluso en Costa Rica. Acuérdese que en Guatemala tuvimos entre 1944 y 1954 uno de los primeros gobiernos socialdemócrata y reformista, digámoslo así entre comillas, “más progresistas del continente”, hay una tradición revolucionaria importante en Guatemala y lo mismo se puede decir de El Salvador. Hay un lío muy importante a partir del 59’, y particularmente después de la invasión de bahía Cochinos, hay una toma de posesión importante en algunas organizaciones revolucionarias centroamericanas. Lo que quiero hacer aquí es rescatar el papel de las organizaciones revolucionarias en América Central, eso no hay que olvidarlo, una tradición importantísima, una tradición que recupera la larga tradición institucional del movimiento popular, y así se recupera también, se especifica, se decanta con mayor precisión el papel del capital cafetal en América Central, se empiezan a caracterizar con más precisión las circunstancias que dan pie a la relación entre las unidades económicas del capital y los movimientos nacionales, que es lo que de una u otra manera estamos discutiendo. La mención al proceso conducido por Facio apunta justamente a esto también, a no relativizar el papel del análisis, de la crítica, de la teoría dentro del recorrido de los amplios movimientos antiimperialistas.
A: Aquí aparece el otro momento que venimos conversando, la necesidad de una crítica de la economía política, marxista o no.
E: Exactamente, exactamente.
A: Cuando hablamos de economía política no estamos hablando de cruzar la política con la economía, la politología con la econometría, sino que hablamos de situar en un amplio espectro geopolítico los diversos recorridos y resistencias que el capital va concatenando. Porque aquí no está en cuestión una estrategia económica, productiva o distributiva, sino el entramado lógico y empírico que da forma al capitalismo realmente existente, en sus diversas formas “nacionales” o “continentales”. Digamos que lo que está en juego no es la política por sí misma, sino la efectividad de tal o cual política en los contextos específicos del desarrollo imperialista del capital. Problema que en gran medida llevó al quiebre de Rosa Luxemburgo y los espartaquistas con la socialdemocracia alemana.
E: Es justamente por lo que usted dice que hay un problema estratégico claro, que es el que plantea Rosa Luxemburgo: bueno, ¿creemos o no en el sistema capitalista? Hay que tomar una posición a este respecto con todas sus variantes, liberal, neoliberal, todo lo que usted quiera, pero el problema fundamental es la lucha contra el capital. Vea que es divertido esto, le voy a contar una anécdota. Aproximadamente a la altura del 17’ nosotros tenemos un presidente muy curioso, Alfredo González Flores. Es un presidente sumamente curioso al que se le ocurre introducir una cosa que es totalmente inaudita en ese periodo, que es una especie de impuesto al gran capital, imagínese, para poder más o menos otorgarle algún ritmo a la economía costarricense, para poder mantenerla a flote con respecto a lo que está sucediendo fundamentalmente en la economía norteamericana. Bueno, hay un golpe directo al capital ahí, y el capital simplemente se deshace del viejo, lo sacan del escenario, y ¿a quiénes llaman? A los militares, pero, ¿qué militares? Aquellos grandes militares de la generación del 17’ que habían empezado a quitar y a poner presidentes. En Costa Rica se hace una gran alharaca porque somos un país sin ejército, porque abolimos el ejército muy temprano, pero abolimos el ejército como una medida estratégica. José Figueres Ferrer, que es el principal dirigente del Partido de Liberación Nacional, decidió abolir el ejército simplemente porque le daba miedo que le hicieran un golpe del Estado, es decir que vamos a abolir el ejército porque ya sabemos la tradición que trae, de quitar y poner presidentes al servicio del capital. José Figueres, entre las primeras grandes decisiones que toma, es precisamente poner a los comunistas fuera de ley, manda a los comunistas a la clandestinidad, mucho de los grandes comunistas de Costa Rica mueren en el extranjero, por su sexualidad, por su militancia política etc., grandes escritores y grandes escritoras mueren en el exilio precisamente por eso. ¿Cuál es el objetivo? servirle al gran capital, ¿a cuál capital? al capital bancario, al capital cafetalero básicamente, y a una pequeña burguesía industrial que está pensando abrirse espacios. Ahora, la revolución cubana fue un ejemplo fundamental que implicó que los norteamericanos empezaran a implementar una nueva estrategia para poder contrarrestar esos movimientos, para poder contrarrestar ese impacto en el área. ¿Cuál es el ingrediente que apuntala todo esto? la simple y sencilla invasión militar. Guatemala tiene un presidente, tiene dos presidentes, dos administraciones sumamente revolucionarias entre el 45’ y el 54’. En 1954 se le da un golpe de Estado a Jacobo Árbenz porque al segundo gobierno revolucionario guatemalteco ―digámoslo así― se le ocurre la gran tragedia de cobrar impuesto a las tierras de la United Fruit Company que no estuvieran siendo utilizadas. Usted tiene grandes extensiones de tierra, pero no las está usando, entonces al hombre se le ocurre el atrevimiento de cobrar a usted impuestos por esas tierras. Ese es el motivo fundamental para el golpe de Estado. O sea, el capital tiene una enorme imaginación para descabezarlo a usted en cualquier momento, eso no ha cambiado, eso continúa igual en el presente. Pero también pasa que no tiene hoy del todo importancia quién esté en el poder, Ortega o los del Frente Farabundo Martí, justamente porque no hay ahí realmente una crítica de la economía política. Eso, la crítica del capital, es la recomendación de gente como Lenin, de gente como Rosa Luxemburgo. Bueno, hay que recuperar eso, por el amor de Dios.

Borja Castro-Serrano, autor de “Resonancias políticas de la alteridad”: “La filosofía es la posibilidad de situar críticamente conceptos para el mundo contemporáneo”

El próximo 19 de junio se realizará el lanzamiento del segundo título de la colección filosófica Horizontes de sentido: “Resonancias políticas de la Alteridad. Emmanuel Lévinas y Gilles Deleuze frente a la institución” del Dr. Borja Castro-Serrano.

“Estamos constantemente ominando la institucionalidad o creyendo que nos va a salvar. Hay todo un interés o una esquizofrenia en torno a lo institucional que es atractivo pensar con la filosofía.”

Se trata de una investigación que maduró durante varios años y que ahora, conformada como libro, constituye un aporte fundamental para establecer nuevas nociones en torno al diálogo y la construcción de perspectivas acordes al desenvolvimiento de la teoría político-filosófica contemporánea El manuscrito comprende distintos momentos, cada uno de ellos entrelazado en una curva ascendente que claudica en un epílogo donde se exploran nuevas formas de la institucionalidad.

Su autor, el doctor Borja Castro-Serrano, se formó como psicólogo en la Universidad Diego Portales, realizando posteriormente el Magíster en Filosofía de la Universidad de Chile y el Doctorado en Filosofía de la Universidad de Murcia (España). Conjuntamente a sus estudios, desempeñó cargos académicos en el área educativa​ y participó en la creación de organismos del tercer sector y consultoras privadas, todas organizaciones orientadas a la investigación social en salud mental y pobreza. Actualmente es investigador jornada completa de la Universidad Andrés Bello y docente hace más de 9 años de la Escuela de Trabajo Social.

En sus investigaciones se articulan la filosofía de la alteridad y las relaciones entre ética y política en el pensamiento francés; el análisis institucional y organizacional; y la Calidad de Vida, pobreza y promoción en Salud Mental. Recientemente lanzó, junto a RiL Editores, Imaginarios de transformación: el Trabajo Social revisitado (2018). Es, además, investigador principal del proyecto FONDECYT de Iniciación nº 11150317 (2015-2018) y miembro de la Red de investigación de Filosofía Francesa (Depto. de Filosofía de la U. de Chile), como también del claustro del Doctorado en Teoría Crítica y Sociedad Actual de la Facultad de ​Humanidades y ​Ciencias Sociales de la ​Universidad Andrés Bello.  ​


Para saber más acerca de esta nueva investigación filosófica, nos reunimos a conversar sobre los tópicos principales que se abordan en esta extensa obra de 400 páginas. La entrevista se encuentra disponible en nuestro canal de YouTube:


El lanzamiento se realizará el próximo martes 19 de junio a las 18.30 horas. Contaremos con los comentarios de Claudia Gutiérrez Olivares (Dra. en filosofía por la Universidad París VIII, investigadora y docente en la Universidad de Chile) y Gonzalo Montenegro (Dr. en filosofía por la Universidad de Chile y docente de Universidad de Integración Latino-Americana-UNILA en Foz do Iguaçu, Brasil), además de las reflexiones de Borja Castro-Serrano. La presentación estará a cargo de Diego Mellado Gómez, editor de la colección Horizontes de sentido.

La invitación es para el martes 19 de junio en Librería Qué Leo Ñuñoa, ubicada en Simón Bolívar 4800, Local 106 (esq. Coventry), Ñuñoa. El libro estará disponible a un precio especial. Esta jornada será celebrada con un vino de honor.


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Loreto Contreras y su libro “Cerrado por fuera”: Un hastío que sólo se puede resolver hurgueteando en lo subterráneo

Nadar Ediciones se presenta a la Furia del Libro con novedades. Próximos al solticio, el tercer día de diciembre del año 2017 tenemos el agrado de presentar el tercer título de la colección Nadar Contracorrientes Narrativa: Cerrado por fuera, de Loreto Contreras Godoy (1988), quien comienza su trayectoria literaria con esta su primer obra. Es licenciada y magíster de literatura hispánica de la Universidad de Chile y se desempeña como docente en la escuela Pukalän del litoral central.

Narrativa-Cuentos

En CERRADO POR FUERA, Loreto recluye en los barrotes de la narración un conjunto de personajes y obsesiones que atraviesan la obra como un hambre e insatisfacción visceral que la llevan por la senda de atormentados personajes, que cual demonios personales y conflictos existenciales marcan la juventud, maduración y muerte de un mundo narrativo, que comienza de manera fabulosa, personificando descomunales seres, para ir cuento a cuento desarrollándose por medio de diálogos simbólicos, donde el absurdo y la desazón construyen escenas tragicómicas.

CERRADO POR FUERA, es el esfuerzo literario y artístico por desestabilizar la normalización de la mirada, sacudir el acomodo a la costumbre para enfrentarse lo inusual, anormal y monstruoso de la vida de estos personajes que interpelan al lector con la incertidumbre y el desengaño, la inmanencia de la catástrofe y la derrota innegable de una mancha que se restriega, gasta y disgrega en la conformación de un imaginario fabuloso.

Aprovechando la instancia, realizamos algunas preguntas a Loreto con el propósito de saber más sobre la obra, su proceso de creación y las proyecciones literarias como autora. Acompañamos esta entrevista con algunas de las ilustraciones que forman parte del libro, realizadas por Fernanda González Gómez.

Comencemos por lo primero ¿Desde  cuando escribes y por qué comenzaste a escribir?

Escribo desde los doce años. Empecé escribiendo poemas sobre todo porque me gustaba la música y como no sabía componer canciones, escribía las letras. Después me di cuenta que a eso que hacía se le podía llamar poemas y me declaré poeta. Pero la verdad es que mis poemas eran malos, porque todo rimaba y trataba de hablar de experiencias que no conocía como si me hubiesen pasado. Por eso creo que otras de las razones por las que escribía era porque me aburría mucho y trataba de hacer más excitante mi vida.

¿Qué títulos te marcaron como lectora y qué autores consideras han influenciado tu obra?

El primer libro que me encantó con la narrativa fue “Los diez negritos” de Agatha Christie. No es de mis libros favoritos, ni se acerca a serlo, pero cuando lo leí (más o menos a la misma edad en que empecé a escribir) me impresionó mucho como dosificaba la información de manera que el misterio se revelaba lentamente, pues esa misma dosificación le daba razón de existencia al misterio mismo. Ahí descubrí el poder de la narración.

Luego me engullí la trilogía de “El señor de los anillos” unas tres veces. No los volvería a leer ahora, pero cuando era adolescente creo que la ansiedad por repetir la experiencia de estar viviendo esa fantasía, rigurosamente descrita por Tolkien, era tan fuerte que no podía parar de leerlos.

Finalmente, luego de una larga travesía como lectora, los autores que se convirtieron en mi mayor inspiración fueron Lewis Carrol, William Faulkner, José Donoso y Violeta Parra. También el cine de Glauber Rocha que me voló la cabeza hace unos siete años y que me dio mucho material para escribir algunos de estos cuentos y, una de mis últimas influencias, el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, el gran verborreico.

Tu primer libro de cuentos, “Cerrado por fuera” contiene diferentes personajes muy peculiares e interesantes; Jaime, Clara y Contreras, tanto como escenas grotescas y fabulosas; La paraguas y su hombre, Shi Bonshik, por decir lo menos, cuéntanos por qué se titula Cerrado por fuera y qué inspira la creación de estos seres y mundos tan disímiles?

Creo que la diversidad se debe a mi incapacidad de seguirles la pista por mucho rato a los personajes. No podría convertir estos cuentos en novelas. Se me hace más fácil hacer escenas o momentos de sus vidas y dejarlos ahí. Se me hace como un edificio más o menos alto, como el de la portada del libro que ilustró Fernanda González, en el que uno se queda un rato pegado mirando hacia adentro por la ventana de la pieza de Patricia, haciendo un acercamiento se ve que  dentro del ojo de Patricia está Shi-Bonshik. Después en la ventana de al lado te quedas un ratito sapeando a Jaime; en el piso de arriba se puede observar a Clara y a sus primos; más arriba (casi llegando al cielo) está el infortunio de Contreras y en el subsuelo, por supuesto, la Paraguas y su hombre.

En fin, un edificio que está cerrado por fuera, porque por fuera se lo puede observar. Como se observan los mundos de fantasías, mundos a los que si uno quiere entrar debe hacerlo a condición de perder tu identidad, construyéndote un avatar, dejando la puerta del mundo que se abandona bien cerrada.

 ¿Qué motivos consideras que inspiran tu narrativa?

Creo que el primer motivo ya lo mencioné más arriba y lo vuelvo a repetir porque para mí es fundamental: el aburrimiento o más bien el hastío a lo Baudelaire. Un hastío que sólo se puede resolver hurgueteando en lo subterráneo. Por eso me gusta tanto Violeta Parra, porque ella pone su hogar en todas aquellas experiencias, ideas y emociones que para el sentido común (aunque el sentido común pueda ser una categoría muy abstracta) deben ser evadidas y ojalá nunca llegaran a ocurrirnos. Hay que aclarar que el sentido común que menciono no es otro que el que puede reinar en el sistema neoliberal, sistema muy fome por lo demás, pues produce cine fome (películas cuya variación es tan mínima que parece que nos están tomando el pelo), literatura fome (libros que nos hacen creer que somos especiales cuando en realidad nos están produciendo como en un fábrica de vienesas), pasatiempos fomes (ir al mall a langüetear vitrinas como dice mi mamá) y así podría seguir, pero es tan fome enumerarlos todos que me da lata.

Además, escribo porque me gusta leer.

Este título es un libro cuentos ilustrados, cuéntanos, quién es la ilustradora y que te llevó a tomar la decisión de ilustrarlos.

Fernanda González es mi amiga desde que tengo cinco años y hemos planeado muchos proyectos juntas, creo que este es el primero que se concreta. La elegí como ilustradora porque sabía que podría leer visualmente estos relatos y darles algo de carne y así fue. Mi convicción partió especialmente a partir de  los trabajos que tímidamente ha desarrollado como dibujante autodidacta y ahora con la materialidad audiovisual como estudiante de cine documental. Creo que tiene una gran habilidad con el lenguaje visual porque es una gran intérprete de lo que percibe.

Por otro lado, la decisión de ilustrarlos se dio porque quería un poco de carne para los personajes. Uno de mis libros favoritos “Alicia en el país de las maravillas” me enseñó que los libros de personajes raros pueden leerse bien si un dibujo los realiza sin perder su aire de irrealidad. No sé si me explico. Lo voy a poner así: una foto es demasiada determinación, un dibujo en cambio mantiene el aura ficticia, pero al mismo tiempo le da un sutil latido.

Por último, ¿cómo invitarías a nuevos lectores a conocer tu obra y saber si actualmente trabajas en nuevos proyectos literarios?

Los invito que se asomen a echarle una loreaita a estos personajes. No quiero prometer ninguna experiencia de antemano, pero creo que si les gustan las rarezas podrán disfrutarlo.

Tengo abiertos hartos proyectos. Pero a los que les estoy dedicando mayor atención son dos. El primero y más importante es una misa humana, que sigue la estructura del ritual religioso, porque me parece que el trance colectivo es una experiencia estética de la que urgimos en estos tiempos, pero no con carácter teológico, sino desde la celebración vitalista y el entusiasmo del pesimismo (entusiasta en el sentido de que es nuestro). Además escribo un relato sobre un personaje que vive en el sur de Chile, entremedio de unos cerros y del cual no puedo decir mucho más.